En Estética del hambre, tesis presentada en Génova en 1965, Glauber Rocha, figura excluyente del movimiento como cineasta y como teórico, señalaba que “mientras América Latina lamenta sus miserias generales, el interlocutor extranjero cultiva el gusto de esta miseria, no como síntoma trágico, sino solamente como dato formal en su campo de interés. Ni el latino comunica su verdadera miseria al hombre civilizado ni el hombre civilizado comprende verdaderamente la miseria del latino". De ahí se desprende la necesidad de un cine nuevo, que no solamente traslade las inquietudes estéticas de los nuevos cines de la época (como la Nouvelle Vague, por ejemplo), sino que añada la cuestión política como pieza fundamental.
El método para la liberación es la violencia. Que es violencia formal, discursiva, metódica. Es violencia para hacerse notar y provocar el cambio. Y su violencia convirtió al Cinema Novo en un campo de disputas dentro de Brasil, entre quienes fueron parte del movimiento (como el propio Rocha, Joaquim Pedro de Andrade, Nelson Pereira Dos Santos o Leon Hirzmann) y quienes lo enfrentaron, como Rogério Sganzerla (de quien proyectaremos su película más recordada).
Este pequeño pero intenso recorrido busca echar luz nuevamente sobre las discusiones impulsadas por aquel grupo, preguntas siempre vigentes y que vinculan al quehacer cinematográfico, a la estética y a la política.