HISTORIA


Las primeras edificaciones aparecen en la Recoleta a finales del S XVIII cuando las quintas de la zona comenzaron a dividirse y ser edificadas.

La historia comienza cuando Don Juan de Garay repartió las tierras, las suertes que repartió eran «parcelas de tierra con límites». Dice el acta de reparto: «he empezado a repartir a los dichos pobladores y conquistadores, tierras y caballerías y solares y cuadras... de las cuales doy y hago merced... para que como en cosa propia suya puedan edificar... casa con corrales y poner ganado...».

Las suertes eran 65, de las cuales seis estaban en el actual barrio de la Recoleta. Los seis propietarios fueron: Juan de Garay, Rodrigo Ortíz de Zárate, Miguel López Madera, Miguel Gómez de la Puerta y Saravia, Jerónimo Ruiz y Juan de Basualdo.

Garay estableció que por la legua del fondo de las suertes, transcurriría un camino que las uniera a todas, y entre cada suerte habría un camino. Al camino del Fondo, se llegaba desde la planta urbana por la actual avenida Córdoba, Estado de Israel, Ángel Gallardo. Las suertes de la actual Recoleta se extendían desde el límite del ejido (más o menos la actual Arenales) hasta el borde de la barranca. O sea que cada suerte era una parcela de tierra de alrededor de tres cuadras de las actuales por unas nueve o diez de largo. Comenzando con la primera, la de Garay, ubicada más o menos desde la actual Montevideo hasta Ayacucho.

En 1580, en el reparto de tierras, Don Juan de Garay otorga la zona que hoy es el área central de la Recoleta a Rodrigo Ortiz de Zarate quien instaló una chacra llamada “De los Ombues”.

Hubo varios cambios de propietarios, hasta que a comienzos del S XVIII un lote fue donado por un matrimonio a los padres franciscanos, quienes a partir de 1706 construyen el Convento y la Iglesia del Pilar.

El sitio se hallaba fuera de la traza de la ciudad y al momento de fundarse el Monasterio correspondía al Pago de Montes Grandes, luego San Isidro, siendo por años uno de los arrabales, con características rurales por lo despoblado y solitario.

Al aumentar la edificación y establecerse el matadero fue cambiando su aspecto. En sus comienzos la peonada y clientes del matadero, así como muchos “orilleros”, se juntaban en pulperías y reñideros de gallos, convirtiéndolos en clubes populares, donde pasaban el tiempo entregados a la bebida, oyendo payadas, jugando a la taba o a las cartas y discutiendo asuntos que despertaban su interés.

Por todo ello, nadie pasaba por allí, temeroso de sufrir un asalto o, por lo menos, pasar un susto dado por los rateros o bandidos, quienes explotando la ignorancia y la superstición del vulgo, se permitían crear y divulgar leyendas y patrañas, como el de la “viuda”, que se aparecía llorosa, envuelta en crespones y mantos de duelo a los paseantes, deteniéndolos casi siempre con perjuicio para su bolsillo; y la del “chancho”, cuyas andanzas puestas en coplas eran cantadas por el pueblo.

El nombre del barrio proviene del Convento de los Padres Recoletos y de su iglesia de Nuestra Señora del Pilar, inaugurada el 12 de octubre de 1732. La evolución de este barrio fue rápida, no paso por la fase intermedia de la modesta vivienda del artesano.

Durante el S XVIII era pleno campo y 100 años después era un conjunto de quintas, generalmente de veraneo. Medio siglo mas tarde desaparecieron en casi su totalidad, siendo reemplazadas por residencias que lo convirtieron en una zona de las más lujosas de la Capital Federal.

El Convento fue cambiando su destino, primero funciono como Hospital Buenos Aires y después de 1858 como Asilo de los Mendigos, adoptando finalmente el nombre de asilo de Ancianos General Viamonte.

Con fecha 8 de julio de 1822 el gobierno de Martín Rodríguez y su ministro Bernardino Rivadavia dispusieron la creación del Cementerio del Norte o de la Recoleta, el cual fue bendecido el 17 de noviembre del mismo año. En 1830 Nuestra Señora del Pilar fue erigida en Parroquia.

La epidemia de 1871 trajo a la recoleta a familias pertenecientes a la clase pudiente, quienes construyeron palacios y palacetes rodeados de imponentes parques y jardines.

Dos importantes plazas se encuentran dentro de este barrio: La Plaza Vicente López que nació en el que fuera el “hueco de las cabecitas” y la Plaza Rodríguez Peña producto de la iniciativa del intendente Torcuato de Alvear en homenaje a Don Nicolás Rodríguez Peña quien tuvo su quinta ubicada frente a esa plaza, avenida Callao de por medio.


El Espíritu de la Recoleta

El primer vecino fundador y alcalde de este lugar fue el Dr. Rodrigo Ortiz de Zarate y según algunos datos anecdóticos de esa época, su hijo vendió sus tierras a un capitán francés llamado Beaumont por unas ropas, es decir no considero que este lugar tuviera valor alguno. Luego este, como no le interesaban este tipo de posesiones, las permuto en el año 1608, por una tenaza, una peluca y un abrigo común.

Poco después de este hecho se iniciaron los tramites para la construcción de un convento para los padres Recoletos y un comerciante aragonés llamado Narbona, se interesó por la construcción del mismo, además de hacer también una iglesia.

Primero, logro que le donaran los terrenos, luego edifico una gran casa, que según los comentarios de esa época, tenia numerosos túneles que la conectaban con la costa del río y por ellos se introducía contrabando de mercaderías con las que consiguió hacerse una gran fortuna. Una copla de la época decía que “Narbona hizo a la Recoleta y la Recoleta hizo a Narbona”.

Por ser de Aragón, Narbona hizo que la Iglesia fuera dedicada a la Virgen del Pilar que es la patrona de Zaragoza.




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